¿Qué ocurre cuando sigue habiendo INDIGENCIA, CONTAMINACIÓN Y VIOLENCIA?

El lenguaje construye realidades. Creo que dicha frase tiene mucha veracidad. El mundo que conocemos tiene nombres. Cada cosa que conocemos posee una denominación específica. Sabemos que una mesa es una mesa, pues hemos diseñado ese código para entender que el objeto llamado mesa se asocie a ciertas características que definen su esencia. Y es así con todas las cosas, ya sean tangibles o abstractas. El lenguaje tiende a ser una especie de invocación para la creación aproximada de imágenes mentales sobre algo en específico. Esto resulta tan cierto que si invoco la palabra SILLA, vuestra mente imaginará lo que entienden ustedes por silla, quizá como lo más general: un objeto de 4 patas que sostiene una plataforma con forma de letra L; o quizá como algo más complejo que se pueda entender por silla, dado su contexto temporal o socioeconómico. Y me gustaría detenerme allí, pues gran parte de la población entiende que una silla es algo de 4 patas y con forma de L, pero hay personas que entienden que una silla podría tener 3 patas con una sofisticada forma de semicírculo sostenida sobre ellas ¿y acaso esto no es correcto? ¡Pues claro que lo es! Su contexto temporal y socioeconómico le construyó una imagen mental de lo que para esas personas significa silla. Eso quiere decir que los códigos del lenguaje son INTERPRETABLES, y que dicha interpretación depende de nuestra formación desde pequeños. A unos nos mostraron una silla de 4 patas, a otros, una de 3 patas.

Cuando observamos nuestra realidad vemos códigos por todas partes. Al despertar abrimos los ojos y vemos el TECHO, y al levantarnos comienza nuestro viaje por el mundo de los conceptos. Caminamos por la vida chocando con palabras. Se preguntarán entonces: ¿a qué quiero llegar con todo este contexto?. Pues hay veces, muchas veces, que evadimos parte del lenguaje. Caminamos por la calle y vemos la palabra persona indigente y la obviamos. Caminamos por la calle y vemos el concepto contaminación ambiental y lo evadimos. Caminamos por la calle y vemos la palabra violencia y hacemos la vista gorda. ¿Por qué hacemos eso? Pues para construirnos una realidad más cómoda, menos culposa y por supuesto, para tranquilizar a nuestra mente y no tener angustia.

Así, no nos damos cuenta de que la realidad FUERA DE NUESTRA MENTE, no es tan feliz. Esto es un recurso que utilizan mucho los medios y el marketing, para decorar nuestras realidades. No, no quiero en absoluto mencionarles que estén tristes por la realidad no tan feliz allá afuera. Cada ser humano, en su realidad, también tiene sus momentos no felices, sería poco prudente hacerse cargo del dolor ajeno. Además, hay instituciones que hemos construido como humanidad para que se hagan cargo de esas cargas. No obstante, ¿qué ocurre cuando las instituciones no cumplen su labor y sigue habiendo INDIGENCIA, CONTAMINACIÓN Y VIOLENCIA? Pues entonces, cuando ocurre ello, es momento de replantearse nuestros códigos y dejar de pintarnos una realidad INDIVIDUAL CÓMODA y comenzar a mover las patitas y las manitos para construir un mundo en donde la palabra INDIGENCIA comience a disminuir su fuente, en donde el concepto CONTAMINACIÓN sea más tolerable y en donde la VIOLENCIA deje de existir.

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